Aquella noche,
que fue lengua envenenada.
La frase:
“Basta, dejemos esto.”
El teléfono
que se quedó mudo.
Las ondas
que nos separaron.
Y desde ese instante, el vacío;
la desesperación de la nada.
Caminar sin rumbo flotando entre la gente,
abriéndome paso entre fantasmas.
La angustia se hizo boca de monstruo,
tragaba los pensamientos
el sentido de la existencia.
El mundo se tornó abismo,
un colmillo de abandono
se clavó en el cuello.
Pasaron las noches y los días
en el narcótico de soledad;
no me debatía ni pensaba
ni siquiera sé si sentía.
Supe levantarme;
una mañana me acerqué a la luz
y comenzaron a crearse las formas.
Abrí otra vez los ojos a la vida
y comencé a descubrir nuevas sensaciones.
Ahora esa despedida es pasado
y no se borra, no;
pero el tiempo abandonó la angustia
y me dejó una señal…:
Renacimiento.
Camill, ¡qué horrible es un teléfono mudo! ¿verdad?
ResponderEliminarQué bonito has plasmado, ese "basta", doloroso cuando acontece...
Es difícil, lograr el:
renacimiento:)
¡Se necesita tanta fuerza!!
Precioso.
Un beso grande.
Horrible Lucía...
ResponderEliminarSí, para mí el renacimiento es muy difícil hasta que no se logra vencer esa angustia; pero creo que es a partir de ella, si uno sabe aprovechar todos los mensajes que deja, cuando se renace sin que queden secuelas; aunque el recuerdo supongo que permanece.
Un beso grande
A veces las rupturas son dolorosas, y nos dejan heridas difíciles de cerrar. Pero el tiempo se encarga de cerrarlas, poco a poco, y un buen día descubrimos que apenas nos queda una pequeña cicatriz, recuerdo de lo que un día fue.
ResponderEliminarSiempre hay que mantener intacta la capacidad de renacer. No es fácil, no... es un camino, a veces largo, y muy duro.
ResponderEliminarTodo es más sencillo si alguien te toma de la mano, pero, para dejar que la coja, también has de estar dispuesta al renacimiento.
O haber empezado a hacerlo.
Precioso como siempre, Camilie. Maravilla tu sensibilidad al poner en palabras sentimientos tan complicados.
Un beso enorme.