Se incorporó de pronto con un grito: "¡Tengo miedo!" y el aire en semipenumbra lo fue arrastrando hasta el otro lado de la cama. Allí estaba envuelta en el sopor y el susto, solo los ojos intentaban reaccionar.
Él se dejó caer y antes de intentar apoyarlo con algún interrogante, cerró los ojos algo húmedos y se durmió.
Quise hablar con el grito que seguía dando vueltas como un remolino. Solo seguía pronunciando: "¡Tengo miedo!"
El miedo nos bloquea y nos hace pequeños. Ese miedo se siente desde dentro grita tan fuerte.
ResponderEliminarMe encantó tu micro.
Besos.
Cuanta razón Maria. Es increíble el miedo, una defensa que de pronto se viene contra nosotros mismos.
EliminarBesos
Las pesadillas son así, lo malo es que siguiera dentro de ella.
ResponderEliminarMe encanta cómo escribes y lo que escribes, ya lo sabes.
Abrazos de científicas que escriben.